martes, 30 de marzo de 2010

PAJAR

Tantos días sin dormir... La cabeza de daba mil y una vueltas.
Tantas noches en vela intentando dar un sentido al abstracto...
Se levantó del lecho y se dirigió de nuevo a aquella montaña llena de pajas. Cada una representaba un sentimiento, un vivencia, una sonrisa, una lágrima, todo aquello que había sido su vida hasta ese momento.
Se abalanzó como loca sobre ella y comenzó a separar las pajas, con manos temblorosas, buscando aquello que no debía de estar allí.
Las horas pasaban y su búsqueda era infructuosa.
El cansancio comenzó a hacer mella en ella. Tantas horas sin dormir podían con su afán de búsqueda y agotada del esfuerzo en balde, se dejó caer sobre aquella montaña ya informe, dándose por vencida.
Ya no podía mas. La mente tiene un tope y había llegado a el.
Y recostándose sobre el pajar cerró los ojos, esperando no tener que abrirlos nunca mas.
En ese momento dio un brinco sintiendo un pinchazo en plena columna vertebral.
Sonrió, como se sonríe después de un éxito, aunque te llegue de la formas mas inesperada.
Aunque fuese ella la encontrada, aunque su búsqueda no hubiese servido para nada.
Sonrió mientras la sintió subir por la médula... porque ahora sí podría poner el punto final.
Ahora sí podría poner fin a aquella búsqueda del sentido de lo abstracto.
Ahora sí que podría cerrar los ojos y no volverlos a abrir.
Esa fue la última paja de aquel pajar.

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