Esta noche el cansancio me ha rendido.
Esperaba por ti sentada en mi lecho, escuchando desde mi balcón el cantar de las estrellas, mientras los gatos maullaban al amor y las aves nocturnas bailaban con la luna. Mas un halo de bienestar me ha envuelto y me he dejado llevar por él, hasta fundirme con la noche.
Tú no me has fallado, porque nunca lo haces, y justo antes del amanecer, sentí en mi rostro tu aliento y la caricia de un beso quedo en mis labios.
Abriendo los ojos, he mirado a los tuyos y los dos hemos sonreído cómplices de compartir nuestros deseos.
Me has destapado la cama y has destapado mi cuerpo y el tuyo se ha posado sobre mi, fuerte, esperando mi acogida.
Y me he abierto a tu deseo, a mi deseo, y los dos deseamos juntos entre roces de piel, gemidos, besos, caricias... mientras nuestros fluidos se mezclaban en uno solo.
Yo te he dado mi jugo y tu me has dado el tuyo. Ya nada mas profundo se puede dar que la entrega total de un cuerpo a otro.
Entre espasmos de placer nos hemos amado, entre espasmos de amor nos hemos compartido, hasta que, rendidos, acabamos abrazados el uno al otro mirando hacia la terraza como amanecía.
Me has dicho que me amas, te he dicho que te amo y, cerrando los ojos, nos dejamos llevar por el mundo de Morfeo que, generosamente, le ha dejado a Cupido que vigilase que nadie se entrometiera en nuestro amor.
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