No me has dado miedo, ya nada me da miedo y menos tu ira.
Salí a la terraza y entre el azotar de un viento loco y la fuerza del agua que caía te he gritado con rabia: "! Dónde esta mi luna! !Dónde mis estrellas!".
Y me has escuchado y contestado con fuerza cruzando mi cuerpo con un rayo asesino...
Mas, ¿piensas que puedes conmigo?. Se ve que no me conoces, se ve que no me entiendes ni tú ni nadie.
Con mis manos he cogido tu luz, esa luz que se ha quedado como estrella entre mis dedos y me la llevé para cama.
Luz que iluminó mis 30 mtrs cuadrados y una cálida caricia envolvió mi cuerpo. Y te he colocado sobre mi almohada.
Ya tengo mi lucero, junto a mi, pegadito a mi lado.
Ahora sólo tengo que no dejar que te apagues e ilumines mi camino hacia la sonrisa de nuevo.
Esa sonría muerta ya hace tiempo, sonrisa fresca, de ganas de vivir que añoro tanto.
La cuidaré como se cuida un niño recién nacido. La mimaré como yo se mimar. La acariciaré con ese amor ahora sin uso.
Y se que nunca se apagará ni me dejará, pues tanto ella como yo nos sustentaremos la una de la otra.
Gracias por este regalo, regalo que tu pensabas acabaría conmigo, mas lo único que lograste fue darme la guía...
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