domingo, 4 de octubre de 2009

POR FIN FUE LLUVIA


Escuchaba el golpear del viento y la lluvia contra los cristales y en su puerta abierta de la terraza, el chorrear del agua como río rabioso.
En ese momento supo lo que hacer. No sintió miedo sino solo deseo y se dejó arrastrar por él.
Se desnudo y se dirigió a la terraza. Se quedó quieta bajo la tempestad mientras dejaba que su cuerpo fuese batido por el viento y el agua.
El milagro si hizo, el deseo se realizó, y sintió como su cuerpo se iba diluyendo con cada gota de agua que la iba calando y se iba convirtiendo ella misma en esa agua hasta que se desapareció en el suelo de su terraza compartiendo charca.
Sabía que cuando saliese el sol, se evaporaría y se convertiría en nube, en esas nubes que tanta envidia le daban cada vez que miraba al cielo y veía como se iban alejando sin rumbo definitivo.
Esas nubes con rabo al que tantas veces había soñado engancharse para que la llevaran lejos de allí.
Podía irse tranquila, feliz. Y se fue, y desapareció y su vida dejo de ser humana para convertirse en agua pura y cristalina, en imagen de deseo y belleza.
Con un poco de suerte se convertiría en lluvia otra vez y caería sobre su mar, al que tanto amaba y por fin formaría parte de sus aguas. Ese mar que nunca dejaba de moverse y llegaría a las orillas de todas las costas. Con un poco de suerte, él nadaría en ella y acariciaría su cuerpo, aunque jamás lo sabría...

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