martes, 6 de octubre de 2009

LIBRE DE MIEDOS


Le esperaba en la playa, pegada a la orilla, donde sabía que el más temía, pues el agua del mar, lograría estropear su atuendo. Le esperaba allí y sabría que vendría.
Le vio llegar a lo lejos. Solo con la luz de la luna, su armadura brillaba entre las sombras del paisaje.
Ella sonreía cuando le vio bajar del caballo torpemente. Se quedó de pie, mirándola a través de la celada y caminó con pasos lentos hacia ella.
A cada paso que daba, su armadura se fue cayendo en la arena, poco a poco: hombreras, guardabrazos, sobaqueras,codales, brazales, manoblas y guateletes resbalaron hacia el suelo y sus brazos quedaron al descubierto.
Musleras, rodilleras. grebas, escarpines y sus pasos fueron más ligeros, cuando estas, fueron quedando atrás.
Yelmo, morrión, cimera, celada, barbera, gola y cubrenuca. Ahora ya podía ver su rostro con claridad y sus ojos temerosos.
Gorjal, escarcelas, escarcelones, guardarrenes, pancera, culera y coquilla también quedaron atrás.
Le tenía al lado, desnudo igual que ella lo estaba esperándole, pero sólo una parte de la armadura se resistía a dejarse caer y ella, con sus propias manos le arrancó el peto que protegía el pecho, su corazó, su alma.
Con delicadeza y dulzura, se lo sacó y lo tiró en el suelo con todo el resto de armadura que se fue quedando atrás cada vez que él daba un paso hacia adelante.
Sus miradas se encontraron y, en la de él, el miedo y las lágrimas cruzaban su rostro.
Ella le besó las lágrimas, le besó los ojos, le besó los labios y dejándose caer en la arena, allí mismo hicieron el amor, sin armaduras que separase sus cuerpos. Lo hicieron piel contra piel, acariciándose con las manos comiéndose con los labios, dejando atrás el peso del pasado tirando sobre la arena...

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