"Seña Hortensia" era un mujer muy, muy mayor, tanto que ni ella sabía su edad."Seña Hortensia" era pequeñita y muy delgada. Siempre vestía con chaqueta, falda y mandil negro, tanto como el pañuelo que cubría su larga cabellera grisácea.
"Seña Hortensia" estaba esa noche cara el lar, dándole vueltas a aquel mejunje que tan loca la traía, pues no lograba conseguir su objetivo, por muchos componentes que le añadiese.
"Seña Hortensia" levantó el rostro cuando escuchó que llamaban a la puerta y dirigiéndose cara ella, iba soltando mil y un tacos por la impertinencia de ese que la osaba molestar a aquellas horas.
"Seña Hortensia" sonrió al ver el rostro de su viejo amigo y le recibió con esa gran mueca que dejaba al descubierto aquella boca donde sólo brillaba un diente ya medio retorcido apunto de caer.
Mas aquella sonrisa cambió por mueca de titán cuando con fuerza desmedida dio un salto y se colgó de uno de los cuernos de su amigo "Don Demo" y, arrastrándole hasta la mesa, comenzó a rallarselo con tanta fuerza, que es cuestión de unos seguntos "Don Demo", se quedó sin la punta de este.
-"Me cajo en ti, Seña Hortensia",¿no lo podías pedir con más amabilidad?, increpaba "Don Demo", tirado en el suelo, mientras se rascaba el pobre cuerno despuntado.
"!Ti cala", le dijo "Seña Hortensia" a su amigo, mientras con cara de felicidad iba añadiendo aquel polvo a la pota que fervía en el lar.
Al cabo de unos minutos los dos amigos, sentados en la mesa de pau, degustaban aquella fabada que tanto trabajo le había constado conseguir a "Seña Hortensia".
Y tan buena estaba que "Don Demo" le perdonó la ofensa a su vieja amiga, mientras con cara de placer le decía:
-Buena fabada...si señor.
-Si, buena pero no lo olvides, ¿eh?."Fabada galega".
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