jueves, 11 de febrero de 2010

ABRIGO GRIS COLOR PAISAJE


Sus dedos estaban tan congelados, que a duras penas podía moverlos dentro de los bolsillos de su gabán.
Su cuerpo tapado con un abrigo conseguido en el almacén de Cáritas de su ciudad. Un almacén a dónde iban a parar los restos de aquellos que sabían lo que era ir a El Corte Inglés y ponerse de moda año tras año... eso si no pertenecía a una persona fallecida, antigua visitadora de esos grandes almacenes, pues el paño era bueno y estaba totalmente nuevo..
En su cabeza, una boina hacía juego con el abrigo. Boina del mismo paño y el mismo color gris claro, gris paisaje...
Sus pasos lentos recorrían el parque ahora lleno de nieve. Los árboles estaban bañados en esa fina capa que hace las postales tan románticas, cuando no se tiene que ir con los pies calzados con esos viejos zapatos de verano, pues en el susodicho almacén se veía que estaban muy solicitados y sólo pudo hacerse con esos.
No es que le importara mucho, después de todo, hasta hacían juego con el gris paisaje de su abrigo y gorra.
Quien le viera, diría que era un viejo loco caminante que retaba al invierno.
Lo que sí no verían, sería la cara de aquel "viejo loco caminante", que apenas tenía los treinta y siete años.
Lo que tan poco verían, sería su expresión de soledad, ni sus lágrimas formando parte de aquel paisaje congelado.
Su frío nadie lo vería. Ni siquiera en el café dónde amablemente el dueño le invitaría a uno bien calentito acompañado de un buen bollito de leche.
Allí se sentaría, y sacando su libreta y su estilográfica, comenzaría el rito de todos los días.
Plasmaría con ojos de viejo, la juventud de aquel hielo que lo transformaba todo.
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Foto: Azulejo

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