domingo, 6 de diciembre de 2009

¿QUÉ MÁS DABA?


Llevaba toda la noche dándole vueltas.
Sabía que lo había intentado. Que luchó con todos los medios a su alcance, para poderlo conseguir.
Todo fue muy duro, durísimo...y depues del divorcio, un mundo nuevo se había abierto para ella. Un mundo con mil puertas, con mil caminos.
Y los puso todos en práctica, según iban fallando uno tras otro.
Ahora ya había tocado fondo. Sus fuerzas se habían acabado. El agotamiento era tan grande...
El verse mantenida por su padre...la cara de sus hijos cuando les decía que no podían comprar esto o lo otro, que había que agarrarse a lo que había.
El saberse peso de su padre, mientras sus hijos sufrían restricciones que nunca habían vivido, era algo que le hacía imposible seguir adelante con sus sueños y espectativas.
Sabía que había luchado, que lo había intentado todo, pero los recursos se acababan.
Llevaba muchas noches llorando, pero las ataduras eran demasiado fuertes como para coger las maletas y dejarlos a todos. Las ataduras sentimentales podían con ella. Y cuantas veces lo había intentado... cuantas veces... pero veía la cara de su familia, los ojos de reproche y no podía, se sentía incapaz de dejarles y comenzar ella sola una nueva vida, aunque sabía también que ella sola saldría adelante, pero...y sus hijos? que sería de sus hijos? cómo la verían?. Jamás la comprenderían por mucho que ahora le dijeran que si, sabía que romperían con ella y en su amor, una película de odio y rencor les separaría.
Y eso ella no podía soportarlo, no. No podía, era incapaz.
Y lloraba lágrimas de sangre, pensando en el esfuerzo que había hecho. En todo lo que se había propuesto. En todas las cosas nuevas que había intentado, pero se le fueron cayendo una tras otra, y ahí, donde ella estaba, no había más futuro que el que ahora mismo tenía.
¿Que mas daba?...pensaba, mientras recostada en su media cama, miraba de frente la otra cama, ahora separada de la suya.
Solo había que volverlas a juntar, nada más fácil; ser puta de uno o de muchos... eso era lo que le esperaba si seguía así.
Y como sabía que no había nacido para venderse a muchos, pues decidió hacerlo solo con uno.
Iba a ser muy fácil; sólo tendría que pedirle que volviera y al día siguiente le tendría allí de nuevo, como si no hubiese pasado ese año por encima de su historia, su larga historia en común.
Sus hijos estarían felices, pues nunca llegaron a comprender la separación.
El resto de su familia admiraría su decisión valiente porque, después de todo, él era un buen marido, un buen padre, un buen trabajador. No bebía, no salía, no se iba con otras y la amaba, si, sobre todo la amaba, a su manera claro, pero la amaba.
La única que tenía el problema era ella. Así que solo era cuestión de prepararse para fingir el día a día, para poder sonreirle a él y a todos, para soportar unir otra vez las dos camas y dejarse acariciar, mientras fingiría por primera vez en su vida haciendo el amor.
Así de fácil sería...así de fácil.
Y se fue preparando. Sabía que le costaría un tiempo aprenderse el papel de mujer perfecta y que nadie notara que estaba muerta por dentro.
Esa era su gran lucha ahora, el siguiente camino a seguir. Quizás el más doloroso que había pasado, pero...¿qué mas daba?.
La única que sufriría sería ella, y dejaría de ver sufrir a los demás.
Y ella, al fin y al cabo...¿qué importaba? Seguiría el mismo curso un año atrás...simplemente, volvería a morir en vida...simplemente.
Y sería cobarde, si, cobarde. Era una asquerosa cobarde. Y se vendería por los demás, pero se vendería.
Ahora a aprenderse el papel. Escribiría el guión de su muerte en vida. Con un poco de suerte, ganaría la muerte a la vida.

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