Ella ya lo sabía. Lo supo poco después de haberle conocido.
Aunque él no se diera cuenta, sus palabras descubrían sus deseos más intimos.
Y ella sabía ver más allá, donde poca gente sabe ver.
Y leyó en él, porque era meiga, y le llamaban así por algo.
Esa noche le buscó y entró en él, muy adentro y recorrieron trayecto en común.
Y entró porque quiso, entro libre y segura.
Y se elevaron, tocando el cielo juntos, perdiéndose entre nubes humedas.
Esa noche fue el comienzo o el fin, eso nadie lo sabía, eso ya no importaba.
Lo único importante es que habían caminado juntos, tan juntos, que ya tenían historia en común.
2 comentarios:
Seguro que esa noche en la tierra llovió y cayeron sobre ella las humedades de las nubes entre las que volabas.
Esa noche no llovió. Esa noche bajaron despacio de las nubes y abrazándose, esperaron el amanecer, hasta que el sol acarició sus cuerpos.
Publicar un comentario