Ayer me han contado una historia que sucedió en el mirc, en un chat como todos, donde las caras no se ven, ni las voces, ni se puede tocar si uno no quiere.
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Me han contado muchas historias, unas alegres y otras tristes, pero esta me ha llegado muy adentro, no se porqué, pero me ha hecho llorar, pues me causó angustia, tristeza...no sé , un sinfín de sensaciones que me han marcado. Os cuento ahora a vosotros.
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Es la historia de una mujer solitaria, muy solitaria, que escondía sus sentimientos tan adentro, que ni en su vida real, ni en el anonimato del chat era capaz de sacarlas fuera, ni con sus amigos mas amigos reales ni virtuales.
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Y entraba en el chat buscando compañía anónima, que sólo le hiciese olvidar la tristeza que siempre llevaba con ella muy adentro, en ese rinconcito del alma al que nadie puede acceder si uno no quiere.
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Esa mujer era muy sensible, sus sentimientos los llevaba siempre a flor de piel, aunque no hablara de ellos, y esto, en vez de hacerla pasar desapercibida, la hacía más atrayente a gente como ella, a gente sensible, solitaria.
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Así fue como conoció a un hombre al que le unió algo muy especial, con la fuerza de un imán, que les hacía buscarse continuamente y perderse durante horas, días, meses...con una intensidad tan fuerte que le dio miedo, si, ese miedo a abrir lo que llevaba escondido en ese rinconcito del alma con llave de acero.
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Se sintió en peligro: el terror de sentirse desnuda la envolvió y buscó la forma de salir, de escapar de esa relación, de huir.
Aquí fue cuando más pena sentí y lloré en silencio mientras acababan de narrarme la historia.
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Se inventó una relación con otra hombre. Una relación de amor y lo hizo aparecer en medio de los dos, cosa facil para quien maneja bien el pc, y su historia se convirtió en una pesadilla para el hombre que la amaba.
Éste, se sintió desfallecer de dolor, y después de mil preguntas sin respuesta, decidió desaparecer de la vida de esta mujer, llevándose con él, una preciosa historia de amor y amistad que le dejaría marcado para el resto de su vida.
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Así fue como esta mujer, borró de su vida el miedo a sentirse descubierta, pero también se quedó con ella el dolor de la dicha destrozada. El dolor de la soledad de su coraza, aunque el personaje inventado nunca la dejaría sola, no, ese nunca la dejaría...
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Siguió vagando por el chat, buscando en silencio y en la distancia, la compañía de quien no estaba ya con ella, y lloraba, lloraba por su cobardía, por dejar escapar de las manos, aquella relación que tan feliz la había hecho.
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Quizás esta historia no os parezca interesante ni triste, quizás conozcáis mil historias que os hallan llamado más la atención, pero...yo lloré con ella, me metí en el alma de esta mujer desconsolada y sufrí su dolor, no me preguntéis el porqué, pero así fue.
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Y solo sentí ganas de abrazarla, de consolarla, de meterle la mano dentro del pecho y arrancarle de cuajo ese secreto que no la dejaría ser feliz nunca, por el resto de sus días, pero lo único que sé es que sigue vagando por el chat, buscando lo que nunca encontrará hasta que se entregue totalmente y descubra que nada tiene tanta importancia, como para ser infeliz y hacer infeliz a nadie.
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Una historia más para el libro del desespero, el libro de la soledad...
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