Esa punzada en el estomago, esa ansiedad que le dominaba, ese cansancio constante...
Se despertaba siempre sin recordar lo que soñaba. Hasta el vacío le acompañaba mientras dormía.
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Se despertaba relajado. El descanso había sido perfecto. Una sensación de bienestar era su acompañante matinal y una sonrisa en su rostro reflejaba la paz de una buena noche.
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Su soledad en la mañana era el comienzo del nuevo día, como todos sus días. Se sentaba en el borde de la cama y agarraba su rostro con angustia de saberse solo.
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Pensaba en todo lo que tenía que hacer ese día y ponía orden. Su día iba a ser completo como todos sus días. Le faltaría tiempo para hacerlo todo y estar con todos.
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Se dirigió al baño y se puso frente al espejo. No era capaz de verse reflejado; su rostro estaba vacío y por más que lo limpiaba, seguía sin tener rasgos.
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Se duchaba y el agua acababa de despertarlo Se ponía cara el espejo y comenzaba el ritual del afeitado y el peinado. La verdad era que le gustaba el rostro que en él veía...,pensaba mientras sonreía.
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Se tocaba la cara con desesperación; quería tocar ojos, nariz, boca, pero sus dedos eran incapaces de definir ningún rasgo. Buscaba fotos y no tenía ninguna. Intentaba dibujarse en un papel y su lápiz quedaba inmóvil.
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Acababa de arreglarse, después de asegurarse del buen resultado. Desayunaba tranquilamente disfrutando de su zumo, sus tostada y el olor al café matinal.
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Se despertaba por las mañanas...unas veces la angustia lo dominaba, otras su faz expresaba paz.
Se sentaba en el borde de la cama o se levantaba sin dilación camino del baño.
El espejo reflejaba el ánimo de ese día, a veces se veía, a veces su imagen no aparecía.
Daba vueltas sobre si mismo, o se vestía con parsimonia y desayudaba tranquilamente antes de salir a la calle.
Todo dependía...¿de qué dependía?.
Aún era incapaz de encontrar la razón del porqué.
Pero él se despertaba por las mañanas...
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