lunes, 18 de enero de 2010

Y ESPERÓ...


Miró el hueco midiendo cada recoveco del que constaba.
Allí estaba, esperándola, invitándola a entrar, a formar parte de él.
Ella le seguía mirando indecisa, pensativa.
Miró hacia atrás y en ese momento, la invitación pasó a ser una orden.
El grito la hizo saltar en el aire; se quedó sin respiración... pero, ¿y el corazón?, ¿aún latía?.
Cerró los ojos y se escuchó por dentro.
En ese momento se dio cuenta de lo que tenía que hacer, pues nada tenía sentido ya.
Su destino era ese, y la estaba llamando.
Y se fundió con él en ese hueco hecho para ella a la perfección, donde no quedaba ni un sólo resquicio que le dejara hacer el mas mínimo movimiento.
Sabía que pronto, muy pronto, también su cerebro dejaría de funcionar. Así que solo se dejo estar, esperando ese momento en el que su piel cogiera la textura de los hermanos que le rodeaban, en el que ya nadie se daría cuenta de que en aquella roca, antes, había habido un corazón...

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