jueves, 28 de enero de 2010

ALGO FALLABA,SI.

!Qué fácil era jugar!
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Tiraban los dados y siempre avanzaban, tanto el suyo como el de su compañero. Siempre encontraban camino hacia delante, es más, había saltos de oca a oca y tiro porque me toca y con eso aún avanzaban más rápido. Y llegaban a esa meta, pero no importaba quien, pues siempre jugaban juntos y los dos disfrutaban del éxito.
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Ella sabía que algo fallaba...le habían dicho que ese juego no era así, que había peligros en el medio cuando dabas un mal paso. Pero no los vio nunca. Esas casillas que decían peligrosas, no existían en aquel tablero.
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Lo que sí vio, fueron casillas vacías en medio. Casillas que ella pensó que formaban parte del decorado del juego, y pasó de largo el ahondar en el porqué de su situación ahí, pues en la oca, todo tiene un sentido. Cada casilla significa un paso, sin salto o no, pero todo tiene color, vida, y razón de estar ahí.
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Ese día quedó sola jugando, su compañero había desaparecido de repente y sentándose cara el tablero, la nostalgia de la ausencia hizo que de sus ojos cayesen lágrimas que fueron salpicando el tablero tantas veces compartido.
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Cogió un pañuelo, de esos de papel, con aroma a jazmín, y muy suavemente se lo pasó por encima.
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El pañuelo se fue tiñendo de un color sucio... y ella sabía que sus lágrimas eran puras y transparentes.
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No lo comprendió hasta que pasando el pañuelo humedo por encima descubrió que tras esas casillas vacías, sí había juego.
En esas casillas tan bien disimuladas, había peligros desconocidos para ella hasta ese momento.
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Y vio castigos de avanzar o retroceder. Y vio cárceles donde te meterían y perderías parte de tu vida, y vio a la muerte, que la esperaba justo antes de la meta...y vio....y vio....
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Ahora ya todo tenía sentido. El juego no podía ser tan perfecto, pues en estes siempre hay trabas para superar.
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Y dejó que sus lágrimas cayesen sobre él, mientras miraba como aquella tabla, que parecía tan consistente, se convertía en un débil pedazo de cartón, que absorviéndolas, se fue deshaciendo con ellas.
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Sus casillas se quedaron borrosas perdiéndo su textura lisa y brillante.
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Secó sus ojos y cogiéndolo, lo tiró en su cubo de la basura. ¿Qué más daba ya?.

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