viernes, 20 de marzo de 2009

OJOS ARDIENTES

Se sentía observada. Cuando bajaba las escaleras se metía en su coche para ir al trabajo; él la recibía con una espléndida sonrisa y una mirada que la desnudaba. El camino era grato, siempre ameno y musical, pues la mayor parte del tiempo. le iba cantando en voz queda, porque sabía que a ella le gustaba escuchar su voz.
Cuando llegaban a su destino, sólo se separaba de ella en el momento de colocarse en luna para poder seguir cantando, sólo que estas no eran canciones de amor, pero ni así podía remediar el no perderla de vista y la miraba de reojo.
Ella conocía sus deseos; la quería a solas, fuera del trabajo, la quería para él.
Esa noche se había arreglado; se ducho, se vistió, con lindas ropas que lucían escote y retocó un poco su cara. Comenzó a bajar las escaleras, dejando atrás todos sus perjuicios.
Esa noche iba a ser la primera, un paso adelante hacia su libertad...?

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