jueves, 19 de marzo de 2009

FETO

Era tan fuerte la angustia que sentía que ni de pié se podía aguantar. El estomago era un puño cerrado, las piernas le temblaban, los brazos colgaban inertes y el cuello apenas podía sostener su cabeza. Estaba quieta, paralizada de pie; sus ojos no miraban, sólo sentía esa sensación que la roía.
Poco a poco se dejó caer en el suelo hasta quedar de rodillas; apoyó sus muslos en los piés, y bajó su cabeza hasta las rodillas; los brazos caían hacia atrás sin fuerzas y dejó que el peso de su cuerpo la fuese encartando.
Se setia mejor, no dejaba de sentir la angustia , pero al menos no la molestarían donde se encontraba. El vientre de su madre la protegería.

No hay comentarios: