martes, 15 de septiembre de 2009

PERDÓN, PLIS

Por cierto, nada mejor que reconocer los fallos de una, y el mío es muy gordo, demasiado: mis ataques de rabia, de fustración, mi ira.
Estos me llevan a confundirme a veces a no pensar fríamente antes de actuar, antes de decir algo. Y esto es peligroso, mucho, pues mis equivocaciones pueden ser garrafales hacia alguien e incluso hacia mi misma, pues soy a la que más daño hago, mucho daño.
Pero eso ya es mi problema, el daño que a mi me haga. Lo que más me preocupa es el daño que puede hacer hacia los demás, que igual ni lo merecen, ni lo comprenden y les coge de sorpresa.
¿Disculpa? Soy del norte, de la costa, gente de genio y figura hasta la sepultura.
Pero como que no sirve no? Después me paso la vida pidiendo perdón a toda aquella víctima de mis impulsos espontáneos, a así tampoco es, no.
Forman parte de mi carácter y difícil a mi edad cambiarlos, pero lo intentaré, aunque también forman parte de mis sentimientos. Asi como exploto para eso , también lo hago para defender, para querer, para ayudar. Todo exagerado, si, todo exagerado, pero quien me conoce sabe que en el fondo soy blandita, demasiado blandita y cuando me entrego lo hago totalmente, eso lo sabe más de una persona, muchas más...
Así que ya veis, todos somos humanos, todos. Pobre de aquel que no reconoce defectos y sólo ve virtudes y siempre se cree en posesión de la verdad y perfección, pobre de aquel que no sabe pedir perdón y perdonar...

No hay comentarios: