Maica era un niña muy introvertida. Sus papás le veían con preocupación pues veían en ella la imposibilidad que sentía de hacer amigos, de jugar en el parque con nadie. Era una niña solitaria.
Un día observaron que comenzaba a hablar sola, como si tuviese alguien al lado, y compartía sus juegos con el. La veían sonreír por primera vez en mucho tiempo y la veían feliz, pero la veían sola, sola como siempre.
Fueron a un sicólogo infantil y le comentaron lo que pasaba. Este les dijo que no se preocuparan, que lo único era que estos niños con dificultad para hacer amigos, solían inventarse un amigo imaginario con quien compartir sus juegos, su soledad,pero que con el tiempo, estos amigos imaginarios, solían desaparecer cuando la niña fuese capaz de relacionarse con seres de verdad.
El tiempo paso, los meses fueron pasando. En el parque Maica jugaba en una esquina con su amigo imagianario, en su casa veía la tele con él y de noche compartía sus vivencias a su lado hasta que se dormía.
Un día, mientras Maica jugaba en una esquina en el parque, una niña se acercó a ella y le preguntó que estaba haciendo. Maica quedó muda al principio, pero le enseño el montoncitos de piedras que estaba haciendo para levantar la pared de una casita. La otra niña le pidió si jugar con ella y Maica aceptó.
Así fue como el amigo imaginario de Maica se fue alejando de su vida, poco a poco, y fue sustituido por amigos de verdad con los que la niña hablaba con voz, jugaba en el parque, les abrazaba y besaba y se llevaba de vez en cuando a su casa o iba ella a la de ellos.
En poco tiempo ese amigo imaginario desapareció de la vida de Maica para siempre, pues ya no tenía cabida en ella, ya no era útil, pues la realidad es que nunca había existido; sólo fue un amigo imaginario, un amigo de mentira, un amigo fantasma que se diluyó en la nada cuando los amigos de verdad aparecieron en la vida de la niña.
Y colorín colorado este amigo imaginario se ha esfumado.
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