jueves, 10 de septiembre de 2009

CAPERUCHIÑA BERMELLA

Hoy he vuelto a mi playa. El cielo estaba gris, pero hacía calor de tormenta.
No fui a la misma playa de siempre, sino que me adentré en el parque y seguí caminando por un senderito de arena cubierto de hojas secas de pino.
Estaba rodeado de toda clase de arboles autóctonos de aquí, de mi tierra y eso lo hacía especialmente bello, donde pájaros protegido, hacen sus nidos y sus emigraciones sin peligro.
Me fijé especialmente en un carballo que me llamó mucho la atención; era grande, inmenso y fuerte, con muchas ramas y frondosas, pero, por extraño que parezca, éstas caían hacia el suelo, ocultando su tronco.
No pude resistir la tentación y me acerqué a él-, me colé entre sus ramas y llegué a su tronco, enorme, duro, extrañamente caliente, eso sentí cuando le abracé con fuerza y su energía penetró en mi interior.
Me senté en el suelo a su lado y sonreí. Me acordé de un bonito cuento, el de Caperuchiña Bermella, y me sentí como ella, perdida en el bosque, acosada por un lobo feroz, que me estaría observando detrás de un toxo...jajaja.
Quien me viera diría que estaba loca, riéndome yo sola en el suelo tirada, pero no me importaba.
Ese recuerdo siempre viviría dentro de mí aunque supiese que sólo había sido un cuento, una fantasía que hacía tiempo, me había hecho la mujer más feliz del mundo.

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