viernes, 18 de septiembre de 2009

ALLÍ ESTABA, ESPERÁNDOLA

Se había prometido a si misma no volver a estar triste.
Esa noche un halo de tristeza embargó su alma y sus
ojos se humedecieron de nuevo.
Se volvió y allí le vio, recostado sobre su cojín de siempre,
esperando.
Lo cogió y lo abrazó con fuerza y él la abrazó también.
Le acarició con amor y él le respondió en silencio.
Quizás lo que menos había valorado en él, era el silencio,
pero el silencio dice, a veces, más que mil palabras. Con
el silencio no se miente, ni hay malos entendidos, ni se
discute ni...
Le abrazó con más fuerza y así se quedó dormida placidamente.
Esa noche soñó que no estaba sola. Esa noche soñó que era feliz.
Soñó un sueño callado.
NO, no quería crecer si con ellos iba a perder la inocencia de la niñez, si con ella iba a formar parte de un mundo de alimañas falso, un mundo donde nada tiene valor, sino sólo el egoísmo de cada uno, sin pensar en el daño que se hace a los demás.
No mi querida amiga, no quería tomar Zumosol. Ya era mayor para muchas cosas, pero no para meterse en un mundo oscuro lleno de fraudes y maldad, eso se lo dejaba a quien le gustara jugar con los sentimientos de los demás. Ella seguiría su vida según sus normas de conducta y su conciencia. Ella estaba segura de que llevaba un buen camino en ese aspecto y que jamás haría daño a los demás aunque ella fuese víctima de esos primos de Zumosol.

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