sábado, 29 de agosto de 2009

LA MADRE QUE LA PARIÓ


Hace unos días, iba yo caminando por mi sendero empedrado tan tranquila. Había encontrado un trayecto en el que no hacía falta mirar hacia abajo, pues sus piedras eran tan pequeñas que se podía pasar por encima sin hacerles ni caso. Es más, es que no iba caminando, iba bailando como Mary Poppins, con paraguas y todo, porque llovía(para no variar).
Ahí me veis, tan feliz, tan distraída, que ni me dí cuenta de lo que tenía enfrente y me espatuflé contra un pedrusco más grande que yo. Tan grande que ni con mi miopía ni mi distracción tengo perdón de dios por haberme estrellado contra él.
Me quedé pallá, sin sentido, sin saber que pasaba; sólo sabía que había dado un frenazo de sopetón y que me dolía todo.
Mi cuerpo derrapó hacia abajo y me quedé espatorrá en el suelo y no sé ni cuanto tiempo pasó.
Hoy abrí los ojos y me vi allí, tan gilipollas, escarramaná en medio de mi sendero bajo una roca con mala leche.
"Bueno, ya vale", me dije. Eso no podía ser. Asi que hice lo que veis; me levante y la llevé lo más lejos posible de mi vida, hasta un sitio dónde jamás hará daño a nadie.
La muy jodía pensó que podría conmigo, pero no, conmigo no puede nadie.
Ya estoy situada en mi sendero de nuevo y ahora miro hacia el suelo. Me quité el disfraz de MaryPoppins y me puse el de Carmela, miope, pero Carmela, jolines.
No me cojera otra... o si? :)

No hay comentarios: