lunes, 31 de agosto de 2009


Hoy he ido a mi playa. Me he levantado y cogí mi pequeño "grumete" y marché de casa.
Al llegar allí, dejé mi bolso en el suelo y caminé hacia mi mar, mi mar cristalino, puro, con su fondo blanco.
Encontré un mar sucio, putrefacto, maloliente, nauseabundo y he sentido frío. No sabia si era el aire o se yo estaba muerta, pero el frío me hacía daño.
Me dirigí a mi toalla y recostándome quise buscar mis caracolillos marinos, para hacer la montañita que tanta ilusión me hacía. Buscaba las más bonitas, las enteras, perfectas....y sólo encontré pedazos de conchas roídas, ajadas, destrozadas. Mis dedos sacudieron la arena, ahora sucia, con fuerza, con rabia, pero no fui capaz de encontrar nada.
Tapé los ojos con mis manos; me quedaba el sonido. el canto de los pájaros en mi parque natural, el chispear de las ramas de los arboles, el sonido de las olas, más lo único que escuche fueron quejidos lastimeros, sollozos, dolor...El único sonido que había procedía de mi misma, de fuera de mi cuerpo y de dentro de mi alma.
Mi cuerpo no se mojó en el mar, pero la toalla quedo húmeda de agua salada...
Ya no volveré a mi playa, a mi paraíso; me ha echado de su lado para siempre. Ha desaparecido, como tantas cosas buenas de mi vida.

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