miércoles, 26 de agosto de 2009

CUATRO CARAS, CUATRO AMORES.

Hoy fui a su entierro. Cuando llegué, mi corazón se encogió y el sufrimiento no se podía expresar. Todas me miraban con cara de asombro; las tenía delante de mi y no entendí el porqué, hasta que me mire y me vi desnuda. Yo la miré a ellas, había cuatro con cara y detrás de ellas muchas más sin rostro que se fueron alejando poco a poco según pasaba el tiempo. Me fijé en la primera; de sus ojos caían lágrimas de un pasado de hacia muchos años, cuando le conoció, se enamoró y lo dejó volviendo a su vida otra vez. Se fue en silencio y con cara de serenidad.
La segunda era hermosa. Era la que más clara se veía, lloraba con lágrimas de pasado y con lágrimas de presente, pero también estaba serena, y se alejó hacia un coche dónde su futuro la esperaba.
La tercera retorcía un pañuelo con rabia, con odio, pero de sus ojos no dejaban de caer lágrimas de amor, un amor que había vivido basado en la mentira. Tiró el pañuelo y se alejó corriendo.
En la cuarta me fijé con mayor interés. De sus ojos caían lágrimas, pero no eran iguales que las de las demás; eran lágrimas incompletas, medias lágrimas, medio dolor. Me miró, me sonrió y se alejo despacio hacia un coche donde su pasado, presente y futuro la esperaba.
Me quedé sola. Ya todas se habían ido y me vi de frente reflejada. Mi cuerpo desnudo, mis lágrimas..me fijé en mis lágrimas, puras, limpias, transparentes.
Miré hacia el suelo y vi la tierra fresca. Me arrodillé y con saña comencé a hacer un hueco con mis manos hasta que fue tan grande como para meterme yo dentro y taparme con la tierra que había sacado. Allí me quedé. Me sentí feliz, me sentí más cerca de él, aunque sabía que jamás le volvería a ver. Me dormí plácidamente.
Ya no se más, no recuerdo más, no sé dónde estoy ahora ni lo que pasó después. Sólo guardo el recuerdo de ese momento de felicidad.

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