viernes, 3 de julio de 2009

QUE PUTA VIDA

Allí estaba, como casi todos los días, de rodillas en el suelo cepillo en mano y agua con jabón. Le daba fuerte a aquel suelo de madera interminable, dejándose la vida en ello.
Escuchó sus pisadas; ya las conocía mejor que nadie, y siguió limpiando, pero esta vez aún con más fuerza, con más rabia, mientras él le hablaba con voz queda palabras obscenas sobre el movimiento de sus caderas.
Sabía lo que iba a pasar, pero ella seguía fregando con cepillo y uñas aquel suelo sucio. Se le acercó y se colocó de rodillas detrás de ella, y le subió la falda y le bajó las bragas, mientras seguía susurrándole palabras obscenas. La penetró una y otra vez agarrándole las caderas con fuerza , mientras le decía que siguiese rascando, que le gustaba el movimiento de sus caderas... y ella seguía...
Cuando acabó, se levantó y se fue en silencio, dejándola allí, en el suelo. Ella se irguió como pudo del suelo y sintió como la esperma recorría sus piernas. Se puso en cuclillas delante del cubo de agua sucia de limpiar el suelo y se abrió de piernas lavándose toda aquella basura. Pensó que la mierda se quita con mierda. Se subió las bragas y se alejó. Por ese día ya había acabado.

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