martes, 7 de abril de 2009

LA SOLEDAD

Cerraba con fuerza los ojos en la oscuridad de su habitación, cómo queriendo meterse más en ella misma; cómo si las siluetas de los muebles dibujadas por la luz de la luna que entraba por la ventana, nublara su deseo de querer estar sola, de sentirse completamente aislada, aislada de ese mundo dónde el día la obligaba a encararse con su realidad.
Apretaba los ojos y escuchaba el silencio debajo de la ropa de su cama. En ese momento era dónde la sensación de sentirse muerta le daba ese escape, esa paz de sentirse liberada de todo y de todos.
Sólo la incordiaba el sonido ininterrumpido de su corazón, ese corazón que a pesar de todo su esfuerzo, conseguía que la sangre recorriera todo el cuerpo.
Se echó las manos al pecho y, dando fuertes golpes gritaba sin voz...! párate.. párate...párate....!

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