Formaré un cáliz,
con tierra roja,
empapada en agua de mar,
lo coceré en el horno,
que se alimenta de nuestros fuegos,
y beberé ávidamente toda la tierra
y la mar que lo forman.
Beberé el cielo,
que dibujan tus labios
y la selva de tu carácter indómito.
Beberé, en ese cáliz,
las alegrías y las penas
que canta mi guitarra.
Beberé,
mientras por la ventana
veo como te alejas.
Yo,
sólo te pedía una cosa,
que me mantuvieses cálido, humano,
hasta llegar a ti.
Siempre creí,
que el camino de espinas,
terminaba en la rosa.
JAUMEREI
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