sábado, 16 de mayo de 2009

TENÍA QUE IRSE DE ALLI

Pidió un descafeinado largo, de máquina y sin leche. Se sentó en la terraza y encendió un pitillo.
Mirando el cielo gris y las calles mojadas, veía pasar los coches.
Se quedó absorta en sus pensamientos. Se vio como en realidad estaba; sola.
Vio la cara de reproche de su hija pequeña porque no le había dado tiempo a darle un mimo y escuchó a su otra hija diciéndole que era mala madre.
Vio la cara de su padre, triste y quejosa en todo momento.
Escuchó los gritos repetitivos de su hermana invadiendo el barrio.
Escucho voces lejanas que nunca se acercarían...
Apuró el café, apagó el pitillo y pagó, sin un céntimo de más, lo adeudado y levantándose acudió a su cita.
Las manos le temblaban y, el ansia de escapar lejos, sustituyó a todas esas imagines y sonidos.
Tenía que irse de allí.

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