Se despertó sobresaltada. Sólo sabía que había tenido un mal sueño. Llevaba una hora durmiendo y ya había amanecido.
Mientras dejaba que el corazón se calmara, cogió un pitillo y lo encendió. Lo miraba absorta, pensando en el último que había fumado; se había caído de sus manos y se había apagado en su ropa. Menos mal que los tejidos de ahora son tan malos que ni fuego prenden, o, ¿qué pena?.
Fumaba escuchando el canto de los pájaros que ya andaban buscando pareja a aquellas horas tan vespertinas.
Esto le recordó a su último amanecer despierta, amanecer amable, relajado, feliz...pero ahora mientras apuraba el pitillo, una sensación de vacío la embargaba.
De repente, una canción que conocía desde pequeña, le vino a la cabeza, pequeñas pedazos de ella...
Va encorbada camino del parque,
un chal de lana , pelo encanecido,
rostro surcado , caminar cansino.
En aquel parque , que está junto a la fuente,
tiene su cita puntual con las palomas,
que cuando tienen el pico rebosando,
levantan vuelo, dejándola a solas......
Y ella se vio reflejada en aquellas líneas, pero no en la vieja del chal de lana, sino en la paloma que esperaba su miguita de pan, pera levantar vuelo y comenzar el día.
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