El cielo estaba triste, las olas rompían en la arena, sucias, oscuras, y, mientras caminaba. un perro me seguía en la distancia con mi misma mirada, de tristeza y soledad.
Apuraba mis pasos, comiendo la arena, el viento azotaba mi rostro y las gaviotas cantaban al son del sonido del mar.
El día fue cayendo y todo se volvió gris; sólo los faros de los coches lanzaban luces como estrellas fugaces.
De pronto me sorprendí gritando, más sonaba a lamento...."abrazame......abrazame"..... Y, cerrando los ojos, me abrace yo misma, sintiendo calor de otro, caricia de otro...
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