domingo, 17 de mayo de 2009

SI ELLA PUEDE, TU TAMBIÉN

Por fin la habían dejado en paz, apoyada en una pared cualquiera de una casa cualquiera.
Era un escoba vulgar, palo y faldas de paja, esa paja ya gastada de tanto uso.
Todos los días un par de manos la sacaban de su retiro y la manejaban a su antojo; ahora derecha, ahora izquierda, ahora restos de comida o caca de perro,tanto daba y ella no podía protestar, no poseía voluntad propia.
Sólo durante la noche el tiempo era de ella y, aunque inmovilizada, podía pensar en como escapar de aquella esclavitud. Tenía que lograrlo antes de que fuera tarde y acabar en el contenedor de basura mas cercano, en medio de todo lo que ella había barrido.
Pero ella no era basura, ella era una ESCOBA. Así que comenzó a desear elevarse del suelo. Y cada vez deseaba y deseaba con más fuerza hasta que el milagro se hizo. Sintió como sus pajas dejaban el contacto con el suelo alejándose cada vez más. Ahora deseaba velocidad, y deseo tan fuerte que, como un cohete, atravesó la ventana más cercana, rompiendo el cristal en mis pedazos.
Al día siguiente, otra escoba recién estrenada, ocupaba su lugar barriendo los restos de cristales que ella había dejado, manejada por unas manos desconcertadas.

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