domingo, 15 de febrero de 2009

EL JAZMÍN



Mientras le hablaba con dulces susurros de cariño, con sus manos la cogió suavemente y la posó dentro del hoyo , ya bien abonado, enterrándola con gran maestría y saber hacer, asegurándose de que su base fuese fuerte, para que así su silueta se erigiera hacia arriba, buscando siempre la luz del sol. Así pasó a formar parte de aquel paisaje tan alegre y pronto colorido. Mientras pasaban los días , aquellas manos tan suaves, se encargaron de regarla, sacarle las hojas secas que la afeaban y las malas hierbas que salían en su entorno. Con el transcurso del tiempo, su tronco, ramas y hojas se fueron fortaleciendo. Una mañana, cuando el día la despertó, notó que algo nuevo le había pasado; sintió como una nueva energía salía de su ser; el nacimiento de los primeros capullos que comenzaban a surgir. Por fin, podría hacerle el mejor y más bonito de los regalos a aquella cuidadora que con tanto mimo la había tratado y que con tanta sutiliza la acariciaba mientras susurraba palabras de amor; llenaría su jardín de aquel perfume embriagador que sus flores desprenderían.

2 comentarios:

Torcuato dijo...

Este relato es una preciosidad.
Carmela, si quieres colaborar con "El microrrelatista" mándame un correo a elmicrorrelatista@gmail.com.
Un beso.

Unknown dijo...

Pasado, el primer post escrito para el blog, este curruchiño donde todas las noches me pierdon, y en los vuestros que me hacen aprender mas y mas cada día.
Gracias por tu sensibilidad Torcuato.
Biquiños, de esos que ya se hacen aburridos. Tendré que cambiar la despedida no? :)