BESO

No somos capaces de sacar los ojos de nuestros labios henchidos de sonrisas nerviosas, de palabras tartamudeantes.
Nuestras bocas se desean atraídas como imán; mordernos, chuparnos, saborearnos con pasión.
Te pasas la lengua por ellos preparándolos para el momento, como hago yo con los míos, mientras las palabras se silencian y el temblor aumenta según nos vamos acercando.
Ya nuestras respiraciones se confunden y sentimos tan cerca su calor que ahora arden como brasas candentes, emborrachándonos el mareo del deseo a punto de cumplirse.
Cerramos los ojos, ya no hay espacio entre los dos, y el beso tímido al principio, se transforma en salivas compartidas, en caricias de lenguas, en pequeños mordiscos que nos hacen  vibrar como la primera nota de un arpa.
Pero las arpas tienen más cuerdas y todas vibran si las tocas y una nota sola no forma una melodía, y yo tengo dedos y tú también los tienes y ahora ya suenan dos... y tres... y cuatro... y !Que hermosa armonía envuelve nuestros cuerpos!