domingo, 12 de septiembre de 2010

AYER Y HOY




Esa madrugada sin poder dormir, salio a su terraza.
El cielo estaba despejado y las estrellas brillaban tan fuerte, que su imagen le impactó.
Se acordó de un día especial en su vida, un día que recostada en su tumbona, contemplaba la lluvia de estrellas anunciada.
Las iba contando una a una mientras esperaba que la estrella de su corazón resplandeciese con mas fuerza que ninguna de las que arriba brillaban, con el sonido cantarin de su teléfono móvil. 
Con la última estrella fugaz que cruzó el cielo, su deseo se cumplió y la noche fue perfecta.


Esa madrugada se volvió a recostar en su tumbona y miró el cielo esperando ver esa estrella fugaz que aquel día la hizo tan feliz.
Su corazón latió en su pecho con fuerza desmedida, cuando una luz apareció moviéndose en el infinito.
Era la luz intermitente de un avión y aquel teléfono móvil yacía perdido en un cajón.
Esa madrugada se fue a cama con una sonrisa en los labios.

4 comentarios:

Rubén dijo...

Dos posibles finales (o comienzos) para una ilusión similar.
Besos.

Diego Jurado dijo...

Yo también miraba las estrellas y pedía deseos. Son de una belleza subyugante.
Preciosa historia.
Un beso

Unknown dijo...

Un pasado y un presente Rubo.
Dos historias completamente diferentes.
Un biquiño fermoso.

Unknown dijo...

Diego, ¿y quien no?
Son lo que son... estrellas,sin mas.
Un biquiño miniño y miremos el cielo y las estrellas sin pedir deseos :)