martes, 7 de mayo de 2013

UNA PULGADA, NO UNA BRAZADA




Hecha de nylon y caucho estiro y encojo ,a golpes de vida.
A veces tarda meses, otras varias el mismo día, y eso me agota.
Ya no estiro lo que una brazada, sino lo que una pulgada y soy pequeña.
No me había visto nunca así, poco útil, inútil.
Y la vida me cedió y me recortó. Sé que es contradictorio, pero es así como me siento.
Y ahora tira y tira, pero no doy más que una pulgada, aunque mis nervios de caucho antes dieran una brazada.
Y vale que yo no me diera cuenta, pero ella sí lo sabe y yo le ruego que no tire más, porque cederé de todo y romperé. Y cuando esté rota ya no serviré para nada.
Ahora sé que estoy forzada y ya no doy, pero también sé que con unas tiradas más me deshilacharé y acabaré para siempre de ser útil.
O quizás es lo que deseo, acabar de una vez, porque ya solo doy lo que una pulgada, y no la brazada que hace, daba.

Foto: Carmela

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