viernes, 28 de agosto de 2009

LE ESPERABA


Le esperaba como cada noche, desnuda en el lecho, porque sabía que la iría a buscar. Le esperaba ya entregada totalmente a lo que iba a suceder, al amor que iban a compartir.
Cuando le escuchaba, su vida cambiaba en ese momento y sólo su voz la transportaba a un mundo de sueño, de deseo sin fin.
Se hablaban casi sin palabras, pues pocas hacían falta para expresar lo que sentían los dos, lo que compartían en ese momento, mientras sus respiraciones se agitaban y sus cuerpo se extremecían.
Sus pieles sudaban y sus corazones se aceleraban a ritmo vertiginoso, mientras espasmos de placer los volvían locos, locos de pasión, entregados totalmente el uno al otro.
Poco a poco, sólo se oían gemidos cada vez mas excitados, poco a poco su entrega , su deseo era mayor y ella se dejaba arrastrar por mil y un orgasmos mientras él decía que no conocía a nadie igual, a nadie que le hiciese sentir tanto y gemía con ella, gemía como loco hasta que estallaba en una muerte de unos segundos, dónde dejaba de respirar sólo para sentir como su cuerpo flotaba en el paraíso.
Llegado a ese punto, las palabras se transmitían sólo por sensaciones; eran pocas, silencios, mientras se abrazaban el uno contra el otro.
Un " te quiero", un "soy feliz", un vente a mi lado y recuestate sobre mi pecho, era lo último que se decían, mientras él quedaba dormido plácidamente y ella escuchaba su respiración profunda, serena, tranquila y reconfortante.
Ese era el peor momento para ella, porque ahora era cuando más le necesitaba a su lado, pegado a ella, sudado con ella, piel con piel, compartiendo su calor.
Llegado unos minutos, cuando le sentía profundamente dormido, cortaba la comunicación y se sentía querida, deseada, amada.
Sabía que esos momentos no se los podrían quitar nadie, que esos momentos sólo era de ellos dos, que esos momentos era lo más maravilloso de su vida y allí se quedaba hasta que un sueño lejano la iba poseyendo poco a poco y le arrastraba a un mundo de paz y sosiego.

No hay comentarios: