miércoles, 1 de julio de 2009

PASEO POR ORILLAMAR

Creí en él, en su fortaleza y esta me servía de ejemplo: Creí en él, en mi amigo, y hoy me ha defraudado.
He cogido el coche y me he desplazado unos cuantos km, hasta llegar a un gran paseo que recorre toda la orillamar de un pueblo cercano. Amenaza llover, pero hace calor y la gente pasea en manga corta, otros pasan corriendo cayendoles gotas de sudor y otros juegan en la playa.
He caminado aprisa, comiendo camino con rabia interna hasta que mi cuerpo a comenzado a temblar y me he sentado en un banco de piedra de los que rodean el paseo. Estoy cara el mar; aquí no hay playa ya, sino viveros de almeja, divididos en parcelas por pequeños muros de piedra y palos largos señalándolos para cuando la marea esta alta. Ahora está baja y las rocas más cercanas quedan al descubierto. Cuando respiras un olor a alga marina inunda tu olfato. Barcas varadas en la arena y más allá el horizonte dónde se ven las pequeñas montañas y pueblos del otro lado de la ría. Sólo unas grandes grúas metálicas del puerto estropean el paisaje y unos gigantes contenedores de gasóleo se levantan amenazando la ría.
Mientras miro, me acuerdo de mi amigo. Mi amigo me ha dolido por no poderle coger la mano y decirle que estoy con él. Ahora me duele por no poderle tener a mi lado y poder mirar el paisaje en silencio y que el sonido de la pequeña oleada marina calmara nuestros corazones. Pero aún así confío en él, ¿soy tonta?, no, creo en él y lo estoy viendo caminando por su paseo, y sé que oirá el mar y olerá el mar y mirará el mar y en ese momento estará compartiendo conmigo este momento.
Ahora me toca desandar el camino. Me pongo de pié y ya me canso, pero tengo que volver al punto de salida, así que camino más despacio, ya sin rabia. No puedo más, ¿nadie se da cuenta?
No, claro que no, sólo me doy cuenta yo, porque sólo estoy yo, nadie más me ve ni me siente....

No hay comentarios: