No, nada debía de haber sido así.
Mira hacia el infinito y una niebla lo cubre todo.
No, no debía de ser así, pero lo fue porque no estaba preparada y la cogió por sorpresa. No supo reaccionar. Sus palabras no fueron lo que ella quería.
No, los perdones rancios, solo son eso, rancios, los perdones por temor solo son cobardías, los perdones por interés solo son egoístas.
Además ella no esperaba un perdón, porque la que tenía que perdonar era ella, y ya hacía mucho que lo había hecho, por amor, por comprensión, por compasión y por dolor.
La conocía y sabía que nunca le guardaría rencor ni odio. Solo le quedaría un dolor que lo llevaría allí dentro, porque el amor siempre estará ahí cuando es tan profundo que rompe toda coraza, envuelve el alma y se pega a tu corazón. Y ocupa ese lugar aunque tú no lo quieras y sepas que no fue compartido, sino una mentira de una mujer que no reconocía que no le gustaba ser mujer e iba por ahí con su doble personalidad buscando lo que no se atrevía en su vida real.
Un amor pasado, pero el amor cuando se siente de verdad, nunca muere, aunque se pueda amar a más, a muchos más.
Recuerda cuando salió del letargo y comenzó a dejarse follar por todo aquel que la deseara para castigarse por haber sido tan ilusa.
Recuerda los amores que provocó y que no buscó y a los que se negó haciendo daño, pero sin querer.
Recuerda otro amor-mentira del que se sacudió y dejó en el olvido.
Recuerda el amor que vive ahora, sosegado, sin pasión, pero con complicidad de alguien que la quiere de verdad. De alguien real que la abraza cuando lo necesita, sin más, porque ya no pide más.
Ahora se odia por haber cogido una llamada con número privado. ¿Necesitaba un número privado para quién nunca la molestó? ¿ a pesar te tantos años?. Primer síntoma de ese perdón rancio.
No, no debía ser así, pero lo fue, y le dejó un mal sabor que no esperaba. Solo lo esperó hacía ya muchos años, pero quien no se siente culpable no sabe pedir perdón, sino que se esconde y huye aunque no le den motivo para hacer eso, para hacer nada porque nada le pidió, solo esperó pero en la distancia.
Esperó el porqué, la verdad y la tuvo que buscar y la encontró. Verdad que no quería aceptar porque jamás se la puedo haber ni imaginado, no.
¿El amor no tiene sexo? Sí lo tiene, pero cuando hay piel, porque cuando no la hay el sexo no existe sino que solo la complicidad y un montón de sentimientos profundos que estallan en mil y el sexo es uno de ellos, parte de esa explosión.
Y lo aceptó, incluso con una sonrisa cuando superó el susto. ¿Hacía falta mentir? Pues no, no hacía falta mentir. Lo que tendría que pasar pasaría sin más. Y para buscar solo una amistad, no se engaña y se cuelga un colgajo entre las piernas para engañar. Colgajo que no tiene y esperaba de corazón que lo llegara a aceptar y que fuera feliz como decía ser, aunque en su voz no lo había sentido y ella sentía todo por mil años que pasaran.
Ahora sí tenía motivos ya para cortar ese hilo que pensó que era imposible de romper. Y cogió las tijeras y lo cortó.
Ahora solo espera que ella fuera capaz de hacer lo mismo si es que alguna vez lo sintió de verdad como ella lo había llevado pegado al alma durante tantos años.
Ahora sí maitea, ahora sí.
fOTO: María del Carmen Leiro Chazo sacada en la capilla de A Lanzada.